San Jorge y la Rosa roja o amarilla
San Jorge fue un soldado romano, nacido en el siglo III en Capadocia (Turquía). Recibió la orden del César de perseguir a los cristianos y al negarse, fue apresado y torturado y finalmente decapitado un 23 de abril del 303. Con el tiempo fue declarado mártir y después Santo, probablemente en la ciudad de Lydda, la actual Lod de Israel. Sus padres, eran labradores y acaudalados. En otras versiones, se nos dice que su padre era militar y que por ese motivo su hijo quiso seguir sus pasos. Después de unos años en el ejército romano, San Jorge se da cuenta de que su verdadero ejército es el de Jesucristo, reparte sus bienes entre los pobres, renuncia a su carrera militar y se enfrenta a las autoridades romanas.
La leyenda de San Jorge y el dragón, fue escrita en el siglo XIII por Santiago de la Vorágine, fraile dominicano que llegó a ser obispo de Génova, en su célebre obra «La Leyenda dorada». Es una colección de vidas de santos hagiográfica, cuya intención era conectar con el alma popular mediante la sabia fusión de historia y leyenda. Edificante, florilegio, utilizadísimo repertorio iconográfico, calendario, pero también centón de etimologías, fábulas milagrosas, curiosidades históricas y anécdotas pías cercanas al chisme, que constituye una de las más claras expresiones de una literatura cristiana que, se situaba muy lejos del discurso teológico.
La leyenda de San Jorge y el dragón, es sin duda la más difundida, en la que se nos presenta a nuestro santo como un soldado o caballero que lucha contra un ser monstruoso (el dragón) que vivía en un lago y que tenía atemorizada a toda una población situada en Libia. Cuenta la leyenda que “el dragón exigía dos corderos diarios para alimentarse, a cambio de no aproximarse a la ciudad, ya que desprendía un hedor muy fuerte y contaminaba todo lo que se movía a su paso. Al final ocurrió que los ganaderos se quedaron sin animales y decidieron que se le entregara cada día una persona viva, que sería escogida al azar bajo sorteo. Aquella familia que sufriese la pérdida de uno de sus miembros devorado por el dragón, recibiría en compensación, todo tipo de riquezas. Metieron todos los nombres en un puchero, incluyendo también a los reyes, y cada día una mano inocente decidiría quién iba a morir a la mañana siguiente. Un día, la escogida fue la princesa y, a pesar de las súplicas del rey, la doncella salió de las murallas y se dirigió triste hacia su destino. Cuando el terrible dragón avanzaba hacia ella, surgió entre la bruma un hermoso caballero sobre su caballo y arremetió contra la bestia, dejándolo gravemente herido. El dragón se sometió al caballero que lo ató con el cinturón de la princesa al cuello. La joven cogió el otro extremo y llevó a la bestia como si de un perrito se tratara, hacia las puertas de la ciudad. Allí a la vista de todos, el caballero remató al dragón y de su sangre creció un rosal del que brotaron rosas rojas. Jorge, que era como así se llamaba el caballero, cortó la rosa más bella y se la entregó a la princesa”. El rey donó al caballero riquezas inimaginables, pero Jorge prefirió que se repartieran entre los habitantes del reino. Esta leyenda se adaptaba, a según en que lugar se contara.
Por este motivo en Cataluña, San Jorge (Sant Jordi) es el patrón de los enamorados. Esta historia fue cogiendo fama con el paso de los años; se iba trasladando de una generación a otra y San Jorge fue adquiriendo mayor protagonismo. Su mayor esplendor llegó en la Edad Media, cuando en muchas guerras y cruzadas era venerado por ser el Patrón de los Caballeros.
En ella, podemos descubrir que todos estamos llamados a ser un caballero, no solamente para salvar princesas bonitas, sino para salvar a aquellas personas que tanto sufren en nuestra sociedad. El dragón simboliza el mal de nuestro mundo: pobreza, insolidaridad, hipocresía… Cabe decir, que la tradición catalana de esta leyenda del dragón, no se ambienta en el país de Libia, sino en Cataluña, concretamente en la ciudad de Montblanc (Tarragona). Cada 23 de abril, en esta ciudad hacen una gran representación. En las antiguas murallas de la ciudad, en la cual todavía hay un portal conocido como el Portal de Sant Jordi, por donde se dice que salió el caballero después de matar a la bestia.
También es el patrón de la comunidad de Aragón, según cuenta la leyenda que, siendo rey de Aragón Pedro I y siguiendo los deseos de su padre Sancho I de Aragón de conquistar Huesca en el año 1096, inició la conquista de esta ciudad que se encontraba en manos de los moros. La lucha fue muy dura y complicada y los cristianos confiaban plenamente en Dios para salir victoriosos de aquella horrible batalla. Dios envió al sacrificado San Jorge, que descendió del cielo a caballo, portando con él una cruz granate. Los cristianos al ver la señal de Dios, regresaron al campo de batalla con más energía que nunca. Los musulmanes no se creían lo que estaba pasando y fueron derrotados, abandonando el lugar rápidamente. También en Alcoy (Alicante), se escenifica la ayuda del santo a sus ciudadanos para que no fueran atacados por los moriscos.
Desde mediados del siglo XV, el 23 de abril se celebra cada año en Catalunya la Diada de Sant Jordi (el día de San Jorge). Es su patrón desde el año 1094 y es para los catalanes, el héroe protector que venció al dragón y salvó a la princesa, símbolo de la victoria del bien sobre el mal. Es por excelencia el patrón de los enamorados en Cataluña, robándole en este sentido, parte del protagonismo a San Valentín. Pero casi todos los catalanes siguen la tradición: el hombre regala a la mujer una rosa roja con una espiga y la mujer regala un libro. Es una fiesta popular, que exalta unos valores tan humanos como son, el amor, la cultura y el patriotismo.
¿Por qué una única rosa roja acompañada de una espiga de trigo y no cualquier otra flor? Además de la leyenda popular, en que el caballero le ofrece la rosa más bonita del rosal que forma la sangre del dragón, constan escritos que nos hablan de una Feria de Rosas por Sant Jordi en el siglo XV. En aquellos años, se celebraba una misa en la capilla del palacio de la Generalitat, a la que acudían miembros de la nobleza y de los estamentos sociales más altos, políticos y religiosos. Las mujeres asistentes eran agasajadas con una rosa.
Podemos encontrar referencias a esta fecha como día de enamorados en el Empordà (Girona), donde antiguamente, un día como este, los mozos en edad casadera tenían el derecho a colarse de madrugada en la casa de la muchacha a la que amaban o pretendían y sacarla a la calle, aunque estuviese dormida o en camisón. Evidentemente, cuando llegaba este día, las muchachas del lugar llevaban muchas horas arregladas y preparadas a la espera de la visita del mozo correspondiente. Según la tradición, en este obsequio se aúnan tres características: una única flor, que simboliza la exclusividad del amor por parte del enamorado, el color rojo de la rosa, que simboliza la pasión y la espiga de trigo, que simboliza la fecundidad.
Como excepción este año se incorpora la novedad de la rosa amarilla, como gesto de solidaridad con los líderes independentistas encarcelados, incorporando incluso lazos amarillos. Tal vez este gesto sea un presagio de una nueva leyenda.
La explicación de regalar un libro, viene dada porque en 1995, la UNESCO instituyó el 23 de abril como el Día Mundial del Libro y del derecho de autor. En este día y mismo año 1616, murieron William Shakespeare y Miguel de Cervantes. Cervantes estuvo muy bien relacionado con la ciudad de Barcelona, a la que dedicó grandes elogios en su obra “Don Quijote de la Mancha” y en la que su protagonista visitaba una imprenta. Se calcula que más de 80 países del mundo celebran el Día del Libro en esta fecha. También murió el escritor hispanoamericano Inca Garcilaso y cabe recordar que un 23 de abril de 1981, fallecía un gran escritor catalán como fue Josep Pla.
Es el patrón de Cataluña, Aragón, Cáceres, Alcoy… Internacionalmente lo es de muchos países: Inglaterra, Georgia, Grecia, Inglaterra, Lituania, Etiopía, Bulgaria, Polonia, Portugal, Rusia y Serbia, entre otros. También es el patrón de los caballeros y de los «Boy Scouts», y, de algunos campesinos que le imploran por sus campos de cebada. Se le invoca para bendecir una casa nueva y para ahuyentar las arañas.