Carles Puigdemont: Cata…what?

Nació el 29 de diciembre de 1962 en Amer, Gerona. Fue el segundo de  ocho hijos. La familia es propietaria de una reconocida pastelería en el pueblo, desde que la fundara su abuelo Francisco en 1927.  Tiene seis apellidos catalanes: Puigdemont, Casamajó, Padrosa, Oliveras, Galceran y Ballart, y dos de origen andaluz: Ruíz y Toledo.

Caprichos de Amer

Su abuelo, Francisco Puigdemont i Padrosa tenía 25 años cuando, se le presentó la oportunidad de su vida: comprar el material de la tienda en la que trabajaba y trasladarla al edificio de enfrente, a un paso del Ayuntamiento. En la planta baja ubicaría el negocio; en la de arriba formaría una familia con su mujer, María Oliveras i Galceran. Un año después montó un obrador y mandó rotular su apellido. Pronto la convertiría en tienda de ultramarinos,  droguería, y también pastelería: «Vendían de todo menos zapatos, alpargatas y ropa»,  y dos especialidades de Francisco: los borrachos de ratafía (un licor de la zona a base de anís) y los caprichos de Amer que inventó él mismo y que aún vende su nieta Anna, hermana del presidente.

Así discurrieron los años 20 y 30 hasta que, como en toda España, la Guerra Civil azotó a la familia. La primera de las dos veces que su tío Josep, vio llorar a su padre, fue cuando quemaron la iglesia, la del monasterio de Santa María de Amer. Su padre, un hombre «muy trabajador» que «no era político pero sí creyente», lloró, derrotado sobre una silla, tras ver cómo desmontaban los altares y los quemaban en una hoguera en la Plaza de la Vila. «La segunda vez fue cuando se marchó». Era enero de 1938 y Amer, territorio republicano. La casa de los Puigdemont, había servido de refugio para tres enemigos de la República: dos curas, uno de ellos hermano de su mujer, y un militar jubilado de Madrid, a quien el estallido de la guerra le sorprendió de vacaciones en la Costa Brava. A Francisco iban a llamarle a filas pero él se resistía, «no quería ir a la batalla del Ebro». De modo que tomó una decisión. Cuando recibió el chivatazo de que el bando republicano le iba a llamar, el pastelero entregó a su esposa dos cartas, ficticias supuestamente, escritas desde el frente, y contactó con “la heroína de Olot”, Blanca de Carbonell, que pasaba a curas, monjas y católicos, gracias a su conocimiento de las rutas de pastores y payeses, y así se fugó. En su deserción, cruzó por los Pirineos a Francia. Pero allí la policía lo detuvo y le ofreció un pasaporte y dos opciones: «O volvía a Cataluña, o a la zona nacional». Optó por Irún. De allí viajaría a Pamplona, donde, con la ayuda de su cuñado el cura, pasó a Ubrique (Cádiz). Entonces, un amigo que controlaba los puestos en las cárceles de presos republicanos le dio trabajo en el penal de Burgos. Allí el pastelero se encargaba del suministro de la comida a los presos «rojos». Estaba contento, cobraba «un buen sueldo». Tanto que, cuando acabó la guerra, llamó a su mujer para ver si se trasladaba a Burgos. Pero María dijo que no. El negocio en su ausencia había ido bien, ella, de 36 años, y sus hijos: Xavier, Josep y Anna no habían sufrido represalias. Así que en 1940 volvió a su pastelería. A su regreso regaló a sus dos hermanos, dos uniformes negros de la Falange, a la que tuvo que afiliarse  y  tocaba la trompeta en sus desfiles. El estanco de Amer, también acabó en manos del pastelero, que era de un primo suyo, jefe de la Falange.

Su abuela, Manuela Ruiz Toledo, nació a principios del siglo XX en  La Carolina (localidad jienense que nunca ha visitado) y su bisabuelo, era de Dalías, Almería. Por entonces, las minas de La Carolina y de Linares, que habían sido las mayores productoras de plomo del mundo, comenzaban a agotarse y la población emigraba en busca de otros filones. Muchos en aquellos tiempos subieron en los años 20 a un tren, que se conoció como el catalán y que tenía por destino una Barcelona boyante de empleo. En esa época en la capital catalana vivían unos 20.000 andaluces. Su abuela murió muy joven y la familia sólo conserva retazos de su biografía. Llegó a Barcelona con 10 años y acompañada de una hermana mayor, se instaló con unos tíos y se casó con Carles Casamajó Ballart.  La pareja tuvo tres hijos pero la guerra y las enfermedades se cebaron con la familia hasta casi aniquilar la estirpe. Primero murió el primogénito, de meningitis, y más tarde, fallecerían el segundo hijo y la propia Manuela, de tuberculosis. Sólo su madre, Núria Casamajó Ruiz, que entonces tenía tres años, sobrevivió. La niña se quedó huérfana muy pronto, ya que su padre huyó a Francia en 1939 y desapareció. Carles en su blog, dos días antes de la consulta catalana del 9N, decía que votaría en su homenaje: «Mi madre tenía cuatro años cuando lo vio por última vez, antes de huir a Francia aquel frío y doloroso invierno de 1939. Pasó por varios campos de refugiados; primero a los del Roselló en condiciones infrahumanas, hasta desaparecer para siempre en 1943. Sus últimas cartas vienen datadas del campo de concentración de Noé, cerca de Toulouse, donde habían ido a parar refugiados de la guerra civil española enfermos y de edad avanzada y judíos desplazados de otros campos. De mi abuelo Carlos se sabe poco, más allá de las cartas que pacientemente enviaba a sus familiares de Barcelona. Las tenemos guardadas, en casa, como un tesoro muy preciado.  Me pusieron tu nombre, para que no nos olvidáramos nunca de que exististe, que sufriste lo que no nos podemos imaginar y que sólo intuimos en tu rostro vencido y quizá dolorido de aquella última fotografía…». Las cartas, las guarda su madre como oro en paño y nunca se las ha dejado leer a sus hijos: «Cuando yo me muera», les dice…

Caganers de Puigdmont

La guerra pasó, la dictadura se asentó y Francisco y María siguieron al frente de la pastelería hasta que su primogénito, Xavier, tomó las riendas. Con él al mando continuó la saga. Se casó con la administrativa Núria Casamajó. En la actualidad, el mayor de los hermanos Francesc, sigue al frente de ella y es muy popular en la zona, los ‘caganers’ de chocolate con la forma del president. Su padre, siempre había sido de izquierdas e ‘independentista”, mantenía reuniones clandestinas en torno al horno de la pastisseria durante el Franquismo, cuando ya soñaban con repúblicas.
Puigdi, de niño quería ser “médico de huesos o astronauta”. Era retraído, solitario y meticuloso; en las excursiones, mientras los otros hacían el cafre, él caminaba a un lado mirando las hojas del suelo como si estuviera filosofando.

Con 10 años disfrazado de nigromante

Con 12 años ya era antifranquista, a tenor de lo que relató hace un tiempo, se colocó en su bata del instituto, el lema “Queremos el Estatut”. De joven, fue bajista en una banda rockera llamada Zenit. Atendía los fines de semana la antigua pastelería familiar Amer. Su activismo político da comienzo al acudir por primera vez a un mitin de Jordi Pujol. Le llevó su tío y padrino Josep, primer alcalde democrático de Amer y afiliado a CIU. Poco después pediría el carné del partido y contribuiría a fundar la Juventud Nacionalista de Cataluña. Se significó como independentista desde muy joven, incluso cuando en las filas de CIU, nadie apostaba por esa vía. Cuando todos los jóvenes de la Transición decían: «Después de Convergència, Esquerra», él replicaba: «Después de Convergència, independencia». Algunos veranos, ayudaba detrás del mostrador, en la pastelería que regentó la familia en el Estartit, pero aquello no era la suyo. El chico melenudo ya había descubierto que hornear pasteles y vender pan no era su vocación.  Lo que le gustaba era el periodismo.

Con 16 años, empezó como corresponsal de deportes para el periódico Los Sitios, de Gerona, antecesor del Diari de Girona. Inició Filología Catalana, estudios que abandonó para dedicarse al periodismo. Nunca se matriculó en Periodismo; Sus razones: el poco tiempo que le dejaba su trabajo en el periódico y los meses de baja que le acarreó un accidente de coche que sufrió volviendo del trabajo en 1983, al chocar con un tráiler, en el que estuvo a punto de ser guillotinado. Le destrozó la cara y el brazo izquierdo, los médicos le salvaron el ojo, el párpado y la nariz como pudieron. Fue entonces cuando, cansado de los 26 kilómetros que separan Amer de Gerona, dijo adiós a su cuna y se estableció en la capital. Trabajaba entonces en el diario ‘El Punt’, donde estuvo más de 20 años, y acabaría siendo redactor jefe, además colaboró con la revista Presència. En 1988 realizó para el periódico, un periplo como periodista viajando por Europa para una serie de reportajes sobre naciones sin Estado y ciudades europeas, que culminó con la publicación de su libro ‘Cata… què?’ en 1994. La anécdota que él mismo cuenta es que, entregaba un DNI falso, ya que,  procuraba llegar a los hoteles a última hora, para que el personal de servicio fueran inmigrantes, que acababan de llegar y que tenían poco dominio del idioma y fácilmente les podía colar el carnet de nacionalidad catalana que llevaba en el bolsillo y les decía: «from Catalonia», y ellos respondían: «Cata … what?» y nunca tuvo ningún problema con la nacionalidad. Viajó por Europa  en la aplicación de las nuevas tecnologías a la información, lo que se traduciría en la creación en 1999, por encargo de la Generalitat, de la Agència Catalana de Notícies (ACN), que dirigió hasta 2002. Después CIU le ofreció ser director de la Casa de Cultura de Gerona.

Marcela Topor

Llegaría su flechazo con Marcela Topor, la primera dama de Cataluña, una joven rumana de origen humilde, tímida y discreta, 15 años más joven que él, que siempre le ha acompañado en sus proyectos profesionales.   Comparte la profesión de periodista con su marido, y es traductora de inglés. Habla perfectamente catalán, lengua que aprendió antes que el castellano. Sufrió las calamidades del régimen comunista, del dictador Ceausescu, haciendo cola de horas y días para tener acceso a algunos alimentos, como la carne.  Se conocieron a finales de los noventa durante la visita de ella, como actriz, en un grupo de teatro aficionado que participaba en el Festival anual Internacional de Teatro Amateur de Gerona que él contribuyó a organizar. Se casó en Rosas por lo civil y en Rumanía por el rito ortodoxo en el año 2000. Puigdemont visitó Rumania para intensificar su relación y habla perfectamente su idioma, acude cada año por Navidad a una celebración religiosa con la comunidad rumana de Gerona, donde ella se instaló cuando empezó a trabajar en el diario en inglés ‘Catalonia Today’ en el 2004. Este periódico catalán en inglés, que al día de hoy se sigue imprimiendo mensualmente, contó con Marcela Topor para la concreción y ejecución de algunas de sus ideas y que tiene como objetivo promocionar Cataluña. Puigdemont fue su impulsor gracias a subvenciones públicas, un total  de 419.380€, otorgadas  por la Generalitat de Cataluña. El Punt Avui lanzó su canal de televisión, siendo una de las presentadoras estrella, Marcela (la Mars), entrevistando en inglés. Viven en Gerona con sus dos hijas: Magalí y María.

Monasterio de Amer

En su pueblo natal Amer, (villa fundada en 840), se precian de que Puigdemont (Presidente número 130), siga los pasos de otros tres vecinos que dirigieron el germen de la Generalitat, la llamada Diputación del General, en los siglos XVI y XVII y que también fueron presidentes. Tres abades que residían en el monasterio de Amer, en su tiempo de máximo esplendor. El primer monje salido del monasterio fue Francisco de Giginta, posteriormente, de las paredes del monasterio salió otro presidente: Miguel de Alentorn y de Salbà,  y finalmente, Andreu Puente de Osseja. Algunos también sitúan a Dalmau Cartellá y Despou como presidente de la Generalitat con raíces amerenques. Así pues, Carles Puigdemont se convierte en el cuarto presidente de la Generalitat salido de Amer. Los abades de los monasterios catalanes solían ocupar ésta, tan elevada responsabilidad, porque en aquellos tiempos eran prácticamente los únicos que sabían leer y escribir. Otro hecho histórico importante es que en 1485, el 8 de noviembre se firmó el compromiso de arbitraje del rey Fernando el Católico en el conflicto remensa.  También nos encontramos con otro personaje ilustre, el ex alcalde de Barcelona que estuvo más años en el cargo durante la dictadura franquista José María de Porciones. Paradójicamente, fueron tres abades del monasterio, el mismo en el que un sacerdote ortodoxo bautizó a la hija mayor del President.

En 2006 fue candidato a las elecciones al Parlamento de Cataluña por CIU, resultando elegido diputado por la circunscripción de Gerona. En 2007, fue cabeza de lista por la misma formación al Ayuntamiento de Gerona, aunque no ganó las elecciones. En el 2011, se convirtió en el sucesor a la alcaldía, interrumpiendo más de 32 años de hegemonía del PSC. El 15 de julio de 2011, cuando se dirigía a una conferencia, fue agredido por un grupo de personas por las protestas contra los recortes. En su mandato como alcalde, puso candados a los contenedores de basura para impedir que los mendigos buscasen comida, una medida que fue muy criticada.

Artur Mas con Puigdemont

En 2015 presidió la Asociación de Municipios Independentistas, una de las principales entidades partidarias de la secesión. En las elecciones al Parlamento de Cataluña de ese mismo año, ocupó el puesto tres en la lista de Junts pel Sí por Gerona, resultando reelegido diputado. En 2016, Artur Mas, presidente en funciones de la Generalidad de Cataluña, le propuso como nuevo presidente, siendo investido con los votos acordados de la extrema izquierda independentista (CUP), Candidatura de Unidad Popular. Miembro del Colegio de Periodistas de Cataluña, entre sus aficiones destacan la música y la lectura. En los restaurantes “sólo pide vinos del Empordà”. Es testarudo o impaciente, y le saca de quicio que alguien junto a él pele naranjas.

En septiembre de 2017, el fiscal general del Estado de España, José Manuel Maza, evoca la posibilidad de detener a Carles Puigdemont por malversación de fondos públicos. La Guardia Civil realizó registros relacionados con el supuesto fraude millonario en la gestión del servicio de aguas de Girona, cuando él era alcalde. El 27 de octubre de 2017 después de que el Parlamento de Cataluña proclamase la República Catalana al amparo de los resultados del referéndum ilegal del día 1 de octubre  y que de inmediato fuera suspendida, el Senado aprobó las medidas propuestas por el gobierno al amparo del artículo 155 de la Constitución Española, entre ellas la destitución de Carles Puigdemont como Presidente de la Generalidad y a todo el Gobierno de Cataluña. Voló a Bruselas (casualmente la única embajada que no ha sido intervenida), en busca de defensa jurídica, asilo político, ¿o?

De pequeño quería ser astronauta y casi lo ha conseguido: no viaja por el espacio, pero vive en las nubes, rodeado de esteladas.