Clara Campoamor decía: «o estudiar, o dedal»

La mujer que consiguió la igualdad en la educación universitaria, en el trabajo, en la formación política y en la participación del voto femenino.

Solteras, casadas, viudas y monjas: logró que España se convirtiera, en 1931, en el cuarto país de Europa en reconocer el derecho de las mujeres a votar.

Clara Campoamor

Trabajar y estudiarClara Campoamor Rodríguez nació en Madrid 1880. Hija de un contable de un periódico, Manuel Campoamor, y una costurera, María Pilar Rodríguez. El matrimonio tuvo otros dos hijos, de los que sobrevivió Ignacio, que llegó a ocupar puestos de responsabilidad política durante la II República. Clara no pudo estudiar de jovencita como habría querido. Con diez años de edad, la muerte de su padre llevó a Clara a dejar sus  estudios para colaborar en la economía familiar. Trabajó como: modista, dependienta de comercio y telefonista, y como opositora consiguió plaza como auxiliar femenino de Telégrafos  en el Ministerio de la Gobernación. Más tarde consiguió el primer puesto por oposición en el Ministerio de Instrucción Pública, como profesora especial de taquigrafía y mecanografía en las Escuelas de Adultas.

Durante los años siguientes alternó este trabajo con los de traductora de francés, auxiliar mecanógrafa en el Servicio de Construcciones Civiles del propio Ministerio, y secretaria de Salvador Cánovas Cervantes, director del periódico conservador, maurista, La Tribuna, trabajo que le llevó a interesarse por la política.

Victoria Kent

Conseguir ser abogada: Compaginando estos trabajos con los de secretaria en distintos periódicos, pudo ahorrar el dinero suficiente como para iniciar sus estudios de bachillerato. Tenía entonces 33 años. Tres años después se había licenciado en derecho. Mientras tanto, había ido participando en algunas asociaciones e impartiendo varias conferencias. Con 36 años, se convirtió en una de las pocas abogadas españolas de la época, y pasó a ejercer su profesión, cosa que otras mujeres abogadas no lo hacían. En 1925 se convirtió en la segunda mujer en incorporarse al Colegio de Abogados de Madrid, un mes después que Victoria Kent.

Diputada por las Cortes: Perteneció, a la Agrupación Liberal Socialista, grupo republicano y enemigo del régimen de Primo de Rivera, que desapareció poco tiempo después. Nunca logró su ideal estratégico: la unión de todos los republicanos en un gran partido de centro. Pero su gran oportunidad llegó de la mano de la II República Española. En 1931 se modificaba la ley electoral y permitía a las mujeres mayores de 23 años poder ser elegidas en el Parlamento. Clara Campoamor, junto a Victoria Kent y Margarita Nelken, fueron las tres únicas mujeres que consiguen su escaño.

Margarita Nelken

Tras proclamarse la Segunda República, Clara Campoamor fue elegida diputada por la circunscripción de la ciudad de Madrid. Durante el periodo de las Cortes Constituyentes formó parte del equipo que elaboró el proyecto de la Constitución de la nueva República. En dicho organismo luchó por establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal, a menudo llamado “voto femenino”. Consiguió todo, excepto lo relativo al voto, que tuvo que debatirse en las Cortes de España. La izquierda, con la excepción de un grupo de socialistas y algunos republicanos, no querían que la mujer votase porque se suponía que las mujeres, influidas por la Iglesia, votarían a favor de la derecha.

No estaban muy equivocados. Por ello, el Partido Radical Socialista enfrentó a Clara con otra reconocida diputada, Victoria Kent, contraria al voto de las mujeres.

El voto femenino: Uno de los temas que se debatió con gran intensidad en aquel parlamento republicano, fue el derecho al voto de la mujer. Lo curioso fue que el enfrentamiento más vehemente lo protagonizaron dos diputadas. Mientras Clara defendía que la mujer, como el hombre, debía de tener pleno derecho a votar, fuera cual fuera su tendencia política, Victoria aseguraba que el sufragio femenino supondría una amplia derrota de la izquierda, pues estaba convencida de que las mujeres defenderían mayoritariamente las ideas de derechas. Ni ella ni Victoria Kent  consiguieron renovar sus escaños en las siguientes elecciones.

Un largo exilio: Cuando en 1936 estallaba la Guerra Civil Española, el exilio fue el camino de muchos, entre ellos, el de Clara. Ella permanece en el Madrid miliciano. Observa el terror, las checas, los fusilamientos. Lo escribirá todo meses más tarde. Deja Madrid, rumbo a Alicante. Consigue embarcarse en un barco de bandera alemana rumbo a Italia, con la intención de pasar a Suiza. Varios falangistas planean asesinarla durante el viaje. La denuncian a las autoridades fascistas y Clara es retenida unas horas en Génova. Luego puede proseguir su viaje. Se acomoda en Lausanne, allí empieza a escribir su trabajo más interesante: “La revolución española vista por una republicana” donde recoge su impresión de los sucesos acaecidos en Madrid entre julio y agosto de 1936.

Después marcha a Buenos Aires, (donde vivirá una década),  se gana la vida traduciendo, dando conferencias y escribiendo biografías, frecuenta a otros ilustres exiliados, como Niceto Alcalá-Zamora. Consigue trabajar de tapadillo como abogada (en un bufete). Buscó en varias ocasiones la manera de volver a su patria, pero desistió al conocer la noticia de que estaba procesada por su pertenencia a una logia masónica.

Pilar Lois

Clara Campoamor terminó sus días en Lausanne, donde trabajó en un despacho de abogados hasta que perdió la vista. Allí murió de cáncer en 1972. Tenía 84 años. Sus restos mortales fueron trasladados años después de su muerte al cementerio de Polloe en San Sebastián (Guipúzcoa), y se conservan en el panteón de la familia Monsó Riu por ser Clara madrina de la familia. Ambas familias, Lois y Campoamor, mantenían una excelente relación. Vivieron los primeros años de su vida en el barrio de Malasaña en Madrid, donde nació Pilar Lois, de familia acomodada. Cuando nació, Clara se convertiría en su madrina y esta amistad se mantendría en el tiempo. Siempre la decía: “O estudiar, o dedal”. Pilar Lois fue la primera mujer doctora colegiada de Guipúzcoa.

Su vida y su legado ha sido desde entonces recordado como el de una mujer valiente y luchadora que no dudó en dedicar todos sus esfuerzos en defender la causa en la que ella creía fervientemente.