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Mujeres de pelo corto, hombres de pelo largo. Stonewall

La celebración del Día del Orgullo Gay recuerda los hechos ocurridos en uno de los escasos locales de ambiente, que existían en 1969 en la ciudad de Nueva York. La resistencia ofrecida por los clientes del local ante la irrupción policial supusieron el punto de partida en la lucha de los homosexuales, para que la sociedad y las leyes reconocieran sus derechos.

Albergue de Tefía

En España, ya es una costumbre celebrar todos los años la fiesta del orgullo gay. Pero el camino hasta llegar a esta celebración no ha sido fácil. Si nos remontamos a los primeros años de la dictadura, la homosexualidad aunque no parecía ser una preocupación prioritaria para el régimen, ya se consideraba escándalo público.  En el año 1954 se incluye en la Ley de Vagos y Maleantes a los homosexuales, al entenderse que: “ofenden la sana moral de nuestro país por el agravio que acusan al acervo de buenas costumbres, fielmente mantenido en la sociedad española”. Con este fin se instituye una Colonia Agrícola para el tratamiento de Vagos y Maleantes, en Tefía,  Fuerteventura, lo que hoy se conoce como “Albergue de Tefía”. Fueron en un principio las instalaciones de un aeródromo reconvertido en un auténtico campo de concentración por el que pasaron en torno a un centenar de homosexuales durante los años 1954 a 1966.

La primera manifestación a favor de los derechos de los homosexuales en España fue en Barcelona, en 1977. Apenas se concentraron 4.000 personas que fueron disueltas por la fuerza. Hasta 1979 no se liberaron a todos los presos condenados por homosexualidad. En 1986 se impartió un seminario sobre la homosexualidad en el céntrico barrio de Chueca en Madrid, dando origen al germen para constituir el Colectivo de LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales). El apogeo del día del orgullo, llega en el año 2005 con la aprobación del matrimonio igualitario, alcanzando una afluencia de dos millones de personas.

En EEUU, la situación no era muy distinta, hasta producirse la manifestación espontánea en Christopher Street. Los disturbios, se produjeron dentro de un contexto turbulento confluyendo varios movimientos sociales, el afroamericano, el hippie y las manifestaciones contra la guerra de Vietnam. Anteriormente en los años 50,  se confeccionó una lista de personas catalogadas como subversivas, en las que se incluían a los comunistas, anarquistas y también a los homosexuales, bajo la supuesta teoría de que “eran frecuentemente susceptibles al chantaje y que carecían de la suficiente estabilidad emocional”. 4.380 personas fueron expulsadas del ejército y 420 fueron despedidas de sus trabajos en el gobierno, bajo la sola sospecha de que fueran homosexuales. Más aún, el FBI realizó un listado de homosexuales conocidos, de sus amistades y de los lugares que frecuentaban. El Servicio Postal de EEUU, hizo un listado de todos los domicilios donde recibían material homosexual. Los locales que servían a los homosexuales se cerraban y sus clientes eran arrestados y expuestos en los periódicos a la opinión pública. Se prohibió el uso de vestimenta del sexo contrario, y en las universidades expulsaban a los profesores sospechosos de ser homosexuales.​ Miles de gays, lesbianas y  trans, fueron públicamente humillados, acosados, despedidos, encarcelados. En 1952 La Asociación Americana de Psiquiatría, catalogó la homosexualidad, como un transtorno mental: “un transtorno sociopático de la personalidad”. En este estudio se justificaba este transtorno, como un miedo oculto al sexo opuesto, ocasionado principalmente por una relación traumática entre padre e hijo, por este motivo, incluso, algunos homosexuales fueron ingresados en hospitales psiquiátricos. Dadas las circunstancias, muchos tuvieron que aparentar ser lo que no eran y vivir una doble vida, manteniendo en secreto su desviación.

Como respuesta a esta represión, se formaron dos organizaciones para defender a los gays y lesbianas. Harry Hay, fundó “La Sociedad Mattachine”, para ayudarles a luchar por sus derechos, proporcionando asistencia legal, información, en búsqueda de la aceptación y del respeto. Poco después, ocho mujeres lesbianas de San Francisco, formaron el grupo “DOB, Daughters of Bilitis”. Aunque al principio comenzaron a reunirse en el salón de sus propias casas, conforme fueron creciendo desarrollaron objetivos similares a la Mattachine.

En los 60 el alcalde Rober F. Wagner, Jr. quería limpiar de homosexuales la ciudad de neoyorquina. Normalmente, esta actuación la llevaba a cabo un agente de incógnito que entablaba conversación en un bar con un hombre, y si éste aceptaba relaciones, era arrestado por incitación a actividades ilícitas. El alcalde Lindsey, puso fin a este acoso policial, pero sin embargo, no tuvo tanto éxito con los establecimientos de bebidas alcohólicas. Casi todos eran propiedad de la mafia italiana, que aguaban el alcohol y cobraban un precio excesivo por las bebidas. Estos establecimientos debían pagar lo que se llamaba «la gayola», para que los locales pudieran seguir abiertos. Sin embargo también se sobornaba a la policía para prevenir las redadas.

Como respuesta social, surgió una revolución cultural; ”beat”, con escritores que hablaran de anarquía, hedonismo, drogas y homosexualidad. Entre ellos se encontraban Allen Ginsberg y Burroughs, ambos residían en Greenwich Village. Este barrrio, se había convertido en el de moda por los gays y lesbianas, según los periódicos: “mujeres de pelo corto, hombres de pelo largo”. La ley seca, propició este tipo de establecimientos clandestinos ya que al igual que el alcohol también estaba prohibido tener una conducta considerada inmoral.

En 1966 la sociedad Mattachine organizó una reunión en un bar de Greenwich Village frecuentado por hombres gays, para hablar de la discriminación a la que se veían expuestos. Existían muy pocos lugares, a excepción de los bares, donde se pudieran reunir abiertamente sin ser acosados o arrestados. En este clima se coció el ambiente liberal de Greenwich Village.

Los disturbios de Stonewall,  tuvieron lugar en la madrugada del 28 de junio de 1969, en el pub conocido como Stonewall Inn, en Christopher Street ubicado en el barrio neoyorquino de Greenwich Village. Como tantos otros establecimientos de la ciudad, era propiedad de la mafia, de la familia Genovese, y era conocido por admitir a las personas más marginadas de la ciudad: jóvenes sin techo, afeminados, trans, travestis, boys, drag queens, etc. Una vez a la semana, un policía recogía un sobre de dinero como soborno,  ya que  no contaba con la licencia para vender bebidas alcohólicas. ​ Tampoco disponía de agua corriente, por lo que los vasos sucios se enjuagaban en una palangana para ser utilizados de nuevo. Tampoco tenía salidas de emergencia y constantemente había problemas con el drenaje de los baños. ​ Se vendían drogas y se realizaban otras prácticas ilícitas. Era el único bar donde se permitía bailar a transexuales, travestis y transgénero, lésbico, gais, bisexual, en toda la ciudad de Nueva York, por lo que, desde su apertura era su mayor atracción. La entrada costaba 3$ los fines de semana con dos vales de bebida. La edad mínima permitida para beber alchohol era de 18 años, y, para prevenir la entrada de policías camuflados, el portero inspeccionaba a través de una mirilla. Se obligaba a los clientes a firmar en un libro para hacer constar que entraban en un club privado para adultos, aunque raramente lo hacían con sus nombres verdaderos. El interior era negro y poco iluminado y  ante la presencia policial se encendían las luces.​ Los jóvenes sin techo que dormían en el cercano Christopher Park, solían intentar entrar para que los clientes les invitaran a beber. Las redadas de la policía estaban a la orden del día, aunque por regla general eran conocidas de antemano.

Stonewall-inn

En ese día el lugar estaba abarrotado, y la gente quería divertirse el fin de semana. De repente apagaron la música y se encendieron las luces. Aproximadamente habría 200 personas, pero no despejaron el lugar tan rápidamente como era lo normal y los furgones policiales tardaron en llegar. La gente se agolpó en la calle,  frente al pub y se formó una muchedumbre de curiosos que observaban el acontecimiento. Algunos clientes liberados por la policía divirtieron a los espectadores con poses y haciendo el saludo militar de manera exagerada. La gente les empezó a aplaudir y los animó a seguir. Uno de los presentes gritó, «¡Poder gay!«, alguien más empezó a cantar: “We shall overcome” (venceremos), y la gente que se iba agolpando, reaccionando con buen humor, y ya era bastante superior en número a los policías. Se corrió el rumor de que los clientes que se encontraban dentro del local estaban siendo agredidos. Entonces, la policía trató de contener a la muchedumbre derribando a algunos de los participantes, lo que encendió aún más a los presentes, que intentaron volcar los coches policiales y pincharon los neumáticos de un furgón. La conmoción atrajo a cada vez más gente que se acababan de enterar de lo que estaba pasando. Algunos participantes comentaron que el local estaba siendo inspeccionado, porque no habían pagado a los policías, por lo que alguien más gritó, «¡Paguémosles!». Entonces empezaron a lanzarles monedas y latas de cerveza, y los policías intentaron dispersar a la muchedumbre. Arrojaron contra el edificio contenedores de basura, botellas, piedras y ladrillos, rompiendo las ventanas. Arrancaron un parquímetro. Los manifestantes prendieron fuego a la basura y la tiraron por las ventanas rotas, mientras la policía usaba una manguera para dispersarlos que tenía poca presión, y que solo sirvió como risión, animando a la muchedumbre. Los manifestantes consiguieron quitar el contrachapado que tapaban las ventanas y entraron en el interior, y entonces los policías que se encontraban dentro sacaron sus pistolas. Las puertas en ese momento, fueron abiertas de par en par y los agentes apuntaron con sus armas a la masa furiosa, amenazando con disparar. Alguien echó un chorro de combustible dentro del pub y lo prendió fuego, en ese momento se escucharon sirenas y llegaron los bomberos. El disturbio había durado 45 minutos.

Los antidisturbios llegaron para liberar a los policías que se encontraban dentro del Stonewall. Formaron en falange, e intentaron despejar las calles marchando despacio y dispersando a la multitud. La turba ante este espectáculo, se burló abiertamente de la policía y comenzó a improvisar líneas de cancán y a cantar la melodía “The Howdy Doody Show”.

Trece personas fueron detenidas. Algunos de los manifestantes fueron hospitalizados, un oficial tenía un corte en un ojo y otros cinco resultaron heridos por los lanzamientos de objetos.  Casi todo lo que había en el interior del Stonewall Inn fue destruido.  Durante todo ese día la gente acudió a ver el local, chamuscado y pintarrajeado. Aparecieron grafitis en las paredes: «Estamos abiertos».

La noche siguiente los disturbios volvieron. Los participantes recordarían de distinta manera qué noche fue la más violenta o frenética. Regresaron muchos que habían participado la noche anterior, a los que se les unieron provocadores policiales, curiosos e incluso turistas. La tensión entre la policía de Nueva York y los residentes gays produjo más protestas la siguiente tarde, y sucesivamente varias noches después. En cuestión de semanas, los residentes del Village rápidamente se organizaron en grupos de activistas para establecer lugares para que gays y lesbianas pudieran manifestar abiertamente su orientación sexual, sin miedo a ser arrestados. A los seis meses se habían creado dos organizaciones de activistas gays en Nueva York, y además se fundaron tres periódicos para promover sus derechos. En pocos años se fundaron organizaciones de derechos homosexuales a lo largo de todo Estados Unidos y a nivel internacional. El primer aniversario de los disturbios de Stonewall se celebró el 28 de junio de 1970,  en Christopher Street, la primera marcha del orgullo gay de la historia, que recorrió 51 manzanas hasta Central Park. Se realizaron marchas simultáneas en otras ciudades de EEUU, conmemorando el aniversario de los disturbios.

Empire State Building, Gay Pride

El verdadero legado es «la lucha por la igualdad de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales y se ha convertido en el Día Internacional del Orgullo LGBT”. Los disturbios de Stonewall se propagaron como un reguero de pólvora, inaugurando una nueva época en la que, ya sin posibilidad de retorno, se acuñaron los términos gay power (poder gay) y gay pride (orgullo, dignidad gay) como emblema y conciencia de grupo entre los homosexuales de EEUU, extendiéndose con el tiempo por toda Europa y el resto de las naciones del mundo.

Aunque la lucha por los derechos había comenzado tiempo atrás, hay que reconocer que estos sucesos marcaron un punto de inflexión que ha continuado en ascenso hasta el día de hoy.

 

Cada año, a finales del mes de junio, el emblemático Empire State Building ilumina con el arco iris las noches de Manhattan, el corazón de Nueva York. La razón de este derroche de colores, obedece a la efeméride de un hecho histórico para la comunidad gay neoyorquina, y en gran medida también para las del resto del planeta.

Las «Matildas» en España

Aparte de Marie Curie o Hipatia de Alejandría, no son muchas las mujeres populares en la historia de la Ciencia. Sin embargo, sí abundan los casos en que han sido flagrantemente ninguneadas, han tenido que luchar contra el sexismo o trabajar en condiciones miserables para que al final, después de tanto esfuerzo, sus descubrimientos fueran atribuidos a sus colegas masculinos ¡e incluso a sus maridos! El efecto Matilda, derivado del efecto Mateo definido por el sociólogo Robert Merton,  En el evangelio según san Mateo la parábola de los talentos se cierra con una lección inquietante: “A todo el que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”. señaló el modo en el que funciona en la ciencia: concentrando cada vez más recursos en forma de mejores puestos de trabajo, financiación, publicaciones o premios en manos de aquellos investigadores que ya han alcanzado reconocimiento, y dificultando que los investigadores que empiezan accedan al sistema de recompensas. La historiadora de la ciencia Margaret Rossiter, bautizó con este término, en honor a Matilda J. Gage, activista norteamericana, luchadora del sufragio femenino, abolicionista, libre pensadora y autora prolífica, que denunció este fenómeno. Según el efecto Matilda, a una científica, el sistema de recompensas de la ciencia la beneficiará menos o nada en comparación con sus compañeros varones por el mero hecho de ser mujer, recibiendo menos reconocimientos y pudiendo llegar incluso a negárseles la autoría científica de sus propios trabajos de investigación. El número de investigadoras premiadas con un Nobel desde que los galardones comenzaran a entregarse en 1901, no llega a la veintena y la razón no solo se encuentra en que menos mujeres accedan a carreras científicas, sino también a los criterios muy discutibles de la Academia Sueca a lo largo de los años. Estas mujeres hicieron grandiosos descubrimientos, pero quedaron en la sombra, el prejuicio por simplemente el hecho de ser mujer, la tendencia a menospreciar sus logros científicos, incluso sus logros fueron atribuidos a sus colegas masculinos o se les negó directamente. Entre esas Matildas españolas olvidadas por nuestra historia se encuentran grandes mujeres como:

Blamca Catalán de Ocón

Blanca Catalán de Ocón, primera mujer publicista de la Historia de la Botánica Española. Aunque nació en Calatayud en 1860, a todos los efectos se la consideró siempre originaria de Monreal del Campo, donde había nacido su padre. Tanto Blanca como su hermana germana Clotilde, recibieron una cuidada educación. Ambas niñas tuvieron un especial amor por la naturaleza, interesándose Blanca especialmente por la flora y Clotilde por los lepidópteros.  En su juventud, Blanca formó un pequeño herbario representando la flora del valle de Teruel. Entre las plantas recolectadas algunas resultaron ser nuevas especies, algunas plantas llevan incuso su nombre Bajo el epígrafe de “Botánica Turolense”, se citan los nombres científicos de 83 especies, con la firma de las iniciales del autor, “B.Z.”,  Bernardo Zapater. Es evidente que la recolección de estas plantas corresponden a la joven y es posible también que el trabajo fundamental de las preparaciones debió ser suyo, si bien no sería de extrañar que pudiera haber contado asimismo con la colaboración de Zapater. Sus conocimientos vinieron por parte de su madre, ya que se educó en un convento de monjas en Suiza y allí adquirió conocimientos de botánica y aprendió a herborizar en aquellas montañas, enseñándole después a su hija a recolectarlas y a conocer su importancia.

Jimena Fernández de la Vega

Jimena María Francisca Emilia Fernández de la Vega y Lombán, 1895, Asturias – 1984, Santiago de Compostela. Fue una genetista, y profesora española. Junto a su hermana gemela Elisa, las primeras mujeres en estudiar en una universidad gallega. Juntas terminaron la carrera, y ambas obtuvieron la Gran Cruz de Alfonso XII, debido a sus excelentes expedientes universitarios. Para ellas la universidad no fue un camino de rosas, no solo por parte de los compañeros, hubo casos de profesores que, no tuvieron reparos en soltar improperios de mal gusto hacia las alumnas, por el simple hecho de ser mujeres. En al menos una ocasión, las hermanas decidieron levantarse y abandonar el aula en plena clase. Jimena se convirtió en una de las más destacadas científicas de su época y llegó a dirigir a partir de 1933 la Sección de Genética y Constitución de la Facultad de Medicina de Madrid. Múltiples y valiosas fueron sus publicaciones científicas y las conferencias que impartió a lo largo de su vida. A pesar del enorme mérito de las hermanas, su reconocimiento llegó tarde. Y no se ha debido por entero a sus incuestionables méritos, sino por su vinculación familiar con su sobrina, María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta primera del gobierno con José Luis Rodríguez Zapatero.

María de los Ángeles Alvariño

María de los Ángeles Alvariño González, La Coruña, 1916, California 2005, fue una zoóloga y profesora, precursora en la investigación oceanográfica mundial. Fue la figura elegida en 2015 para celebrar el 1 de junio el “Día de la Ciencia en Galicia”, en el que por primera vez se homenajeó a una investigadora mujer. En 1952 logró por oposición una plaza de bióloga en el Instituto Español de Oceanografía. Viajó a Inglaterra con una beca  para investigar el zooplancton. En 1953-54 fue la primera mujer en calidad de científica, en un buque de investigación oceanográfico británico, el Sarsia. Participó en varias expediciones por el Atlántico y Pacífico. En 1955 regresó a su laboratorio en Vigo. Un año más tarde consiguió una beca para investigar en la Institución Oceanográfica de Massachusetts. En este centro conoció a Mary Sears, presidenta del primer congreso oceanográfico de los Estados Unidos y experta en zooplancton que, impresionada con su obra, la apoyó para trabajar en el Instituto de Oceanografía en California, donde investigó sobre plancton, corrientes y dinámica oceánica. En 1967 se doctoró en Biología por la Universidad de Madrid. En 1970 obtuvo el cargo de Bióloga Investigadora en el recién creado Servicio Nacional de Pesca Marítima de Estados Unidos, donde trabajó hasta su jubilación. A lo largo de su carrera descubrió veintidós nuevas especies marinas y está reconocida como una autoridad mundial en determinados tipos de zooplancton, el conjunto de diminutos organismos animales que sirve de alimento a especies más grandes en el océano.

Piedad de la Cierva

Tal vez uno de los ejemplos más claros del efecto Matilda en la historia de España, fue el menosprecio por parte de la comunidad científica que sufrieron las químicas María Teresa Salazar y Piedad de la Cierva. Ambas después de una exitosa carrera científica en el extranjero, se presentaron en reiteradas ocasiones a oposiciones para plazas de catedrático de Universidad, y teniendo un curriculum superior al de sus oponentes varones, Ninguna de las dos lograron ganar la cátedra. Los informes de los diversos tribunales de oposición llevaron a Teresa Salazar a recurrir el resultado y a recusar a algunos miembros de los tribunales, sin que las autoridades le dieran la razón.  La tercera cátedra quedó desierta. Interpuso un recurso de súplica solicitando la revisión del expediente de las oposiciones. El recurso fue desestimado. Tras el cuarto ejercicio el tribunal decidió por unanimidad la eliminación de María Teresa Salazar, que presentó un escrito denunciando que se la había excluido por el simple hecho de ser mujer, lo que fundamentaba en la conversación que había mantenido con el Presidente del Tribunal, que le aseguró que la eliminaban no por razones científicas, sino “por causas o razones que no se podían decir”, y llegando incluso, en una ocasión, a dejar desierta la plaza para no dársela a una mujer. Además alegó que, según le dijeron varios compañeros y condiscípulos, el Sr. Presidente del Tribunal era enemigo de que ella fuese Catedrático de Universidad por su criterio rigurosamente antifeminista, hasta el punto de considerarlo como un problema de orden moral. El escrito fue rechazado.

Maria Teresa Salazar, Sevilla–Madrid 1982. En 1957 obtuvo el título de profesora adjunta de la universidad. Solicitó una beca para estudiar la estructura del núcleo atómico en el Instituto del Radio que dirigía Madame Curie, quien se había interesado por su trabajo cuando visitó los laboratorios Foster, el primero en España dedicado exclusivamente a la formación de mujeres en el campo de la Química. Posteriormente cambió el lugar de su investigación, al Laboratorio de la Universidad de París.

Piedad de la Cierva Viudes, Murcia, 1913 – Madrid, 2007, obtuvo la licenciatura de Ciencias por la Universidad de Valencia  Ese mismo año se trasladó a Madrid para realizar su tesis doctoral en el prestigioso Instituto Rockefeller. Tras su decepción como opositora a cátedra, sólo dos de los varones consiguieron una plaza, le hizo replantearse su dedicación a la universidad. Dos años más tarde le fue concedida una beca de ampliación de estudios en Copenhague para profundizar en materias relacionadas con la radioactividad, en la desintegración artificial del átomo y varias investigaciones, en concreto una sobre la transmutación del Aluminio y otra sobre la separación de los isótopos del Bromo. Fue pionera en la industrialización del vidrio óptico, la fabricación de ladrillos refractarios, y en los estudios de radiación artificial en España.

Los esfuerzos de estas mujeres no han sido en vano y, gracias a ellas y a su tenacidad, hoy las mujeres gozan de una posición más privilegiada, aunque no exenta de trabas. Las aristas del efecto Matilda contemporáneo son muchas: techos de cristal, conciliación familiar, desigualdad de oportunidades, conciencia social, roles esteriotipados, negación de capacidades. La clave está en cambiar la imagen que la sociedad tiene de las mujeres, pasa inevitablemente por impulsar iniciativas que favorezcan la educación en la igualdad, así como una mayor visibilidad del papel de la mujer en todos los campos, y el establecimiento de medidas que ayuden a garantizar la igualdad de oportunidades, que corresponda por meritos propios y no por género.