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El caso Redondela

 

José María Gil Robles

La Película Redondela, dirigida por Pedro Costa en 1987, está basada  en un escandaloso caso de corrupción, que existió en la realidad, no esclarecido del todo, relacionado con la desaparición de cuatro mil toneladas de aceite de un depósito gallego. El abogado Gil Robles, en la película llamado Gil de Ramos, investiga minuciosamente el asunto, pero cuando se abre el juicio oral algunos de los que podrían aportar luz sobre el caso mueren en extrañas circunstancias; otros, como Nicolás Franco Bahamonde, pretextan enfermedades para no acudir a declarar. El sumario desapareció siendo Presidente de la Audiencia Provincial de Pontevedra por aquel entonces, don Mariano Rajoy Sobredo, padre del actual Presidente del Gobierno,  Mariano Rajoy.

La Comisaría General de Abastecimientos y Transportes (CAT), fue un organismo de la Administración Central del Estado, dependiente del Ministerio de Industria y Comercio, creado después de la guerra civil como consecuencia de las dificultades que sufría España en materia de aprovisionamientos. Pero como carecía de instalaciones adecuadas, debía recurrir a depósitos alquilados a distintas empresas privadas. Estos depósitos se encontraban en la zona de Guixar (Vigo), siendo REACE (Refinería del Noroeste de Aceites y Grasas, S.A.) la empresa que entre 1966 y 1972 tuvo contratado con la CAT el almacenamiento de más de 12 millones de kilos de aceite.

El entramado comienza a destaparse, a raíz de que el administrador único de REACE, Jose María Romero González, se presenta en el juzgado de guardia, acompañado de su abogado, en 1972, para denunciar que en los depósitos,  faltaban más de 4 millones de litros, valorados en unos 170 millones de pesetas. Romero había tardado en denunciar el caso, ya que, el presidente, Isidro Suárez Díaz, uno de los dos socios mayoritarios de REACE, le había intentado tranquilizar y convencer de que lo desaparecido sería repuesto en breve, pues el barco “Sac de Marseille” estaba a punto de llegar de Argelia cargado de aceite de la nueva cosecha. Una sencilla consulta, le permitió a Romero comprobar la inexistencia de esa nave. Cuatro días más tarde, Isidro Suárez, fue detenido cuando viajaba en el tren Madrid- Bilbao, mientras iba arrojando billetes de banco por la ventanilla.

En plena vista oral,  aparecieron muertos en un piso de Sevilla el 30 de septiembre de 1972, José María Romero González, su esposa y su hija de veintiún años, donde se habían instalado quince días antes. En la crónica del periódico se indica que «los cadáveres fueron hallados en uno de los dormitorios de la vivienda, él, con un tiro en el corazón y la mujer también muerta a tiros, igual que su hija. Los cables del teléfono estaban cortados y herméticamente cerradas las ventanas y taponada con papeles la puerta de la entrada”. «Según parece, José María Romero dio muerte a su mujer y a su hija y se suicidó después con un tiro en el corazón».

Aparentemente, el denunciante se había suicidado tras dar muerte a las dos mujeres, también en medio de extrañas circunstancias, como la falta de motivos, el excesivo número de disparos o la preparación del escenario. Pero, había algo más sorprendente aún, de la que poco se comentó en los medios: junto a los cadáveres aparecieron tres cartas escritas a máquina, una para el juez de la localidad, otra de agradecimiento para un amigo, y una tercera dirigida al juez de Vigo, exactamente igual a la detallada que escribiera tres meses antes en aquella desesperada situación. El cadáver de la hija apareció arrodillado «como si hubiera querido impedir el crimen”.

En pleno procedimiento del caso, el 29 de marzo de 1974, mientras el resto de los internos de la cárcel de Vigo estaban durmiendo, Isidro Suárez murió desnucado en las duchas del centro penitenciario. Durante los dos años de su encierro, había sabido granjearse la simpatía de sus compañeros de prisión, a base de favores económicos, incluso la misma tarde de su muerte, gastó bromas telefónicas con su abogado, lo que hacía más sorprendente aún aquella extraña muerte. El asunto fue tratado en la prensa con cierta cautela y en una de las informaciones, según versión oficial, la muerte en la cárcel de la calle del Príncipe, se había producido “por asfixia mientras se duchaba, debido a emanaciones de gas”.

Se produjo también la muerte de un taxista en la playa de Los Olmos, cerca de lo que hoy es el museo del Mar en Vigo. El 9 de septiembre del 74 el taxista de Vigo, Arturo Cordobés apareció asesinado de tres balazos a las afueras de la ciudad. Diversos fueron los comentarios sobre el autor y el móvil, hasta que se supo que el taxista solía transportar en largos viajes con su vehículo a los principales encartados en el asunto del aceite. Pero, la investigación no pasó de ahí.

Antonio Alfageme del Busto

También murió apuñalado Antonio Alfageme del Busto, presidente de la Unión de Fabricantes de Conservas de Galicia y cónsul de Chile en Vigo, en un crimen que se declaró pasional, pero que posteriormente se relacionó con el caso del aceite, debido a que el taxista aparecido muerto, solía también hacer servicios de larga distancia con  el señor Alfageme.

Años más tarde, Luis Mañas Descalzo, empresario del sector conservero vigués, ex representante de los acreedores y jefe administrativo de REACE, también apareció muerto en extrañas circunstancias en su despacho a causa de una angina de pecho, según aseguraron fuentes familiares, lo que no quedó del todo claro.

El juicio comienza un 21 de octubre de 1974 en la Audiencia de Pontevedra, totalmente abarrotada de público, prensa, radio, TV. Presidía el Tribunal don Mariano Rajoy Sobredo, auxiliado por don Manuel Landeiro Píñeiro y don Celestino Prego Gracia. El abogado José María Stampa Braun, letrado del finado Isidro Suárez, defendió los intereses de FIBRABARSA,  destinada al almacenamiento de productos alimenticios congelados, cuyo principal cliente sería la CAT, manteniendo la tesis de la inexistencia de pruebas claras, de que el aceite desaparecido hubiera llegado en su totalidad a los depósitos de REACE.

Nicolás Franco Bahamonde

Había una máxima expectación, sobre todo por estar  implicado Nicolás Franco Bahamonde, miembro del consejo de administración de REACE,  y  justo en aquellas fechas fue oportunamente nombrado embajador de España en Portugal, para alejarle del centro de la atención mediática. El ministro de Información y Turismo, el también pontevedrés Pío Cabanillas Gallas, intentaría evitar en lo  posible, la implicación del  hermano del generalísimo. La mayor parte del dinero movido en el negocio, no pasaba por cuentas bancarias, sino que se giraba a una muchacha que vivía en Madrid, Amelia Baviano, que disponía de él según las indicaciones que recibía. Todas estas circunstancias, unidas al descubrimiento de ciertos regalos efectuados a las esposas de los funcionarios, dificultaban enormemente la investigación. Incluso quedó constancia, por declaraciones de la señorita Baviano, de la entrega en mano de cantidades en metálico en la secretaría del ministro de Comercio, efectuadas por ella de parte del propio Suárez. ¿A quién y con qué fin se hacían llegar estas cantidades?

Cerrado el sumario por la desaparición del aceite, el fiscal de la Audiencia de Pontevedra, Cándido Conde Pumpido Ferreiro, una vez calificados los hechos y elaboradas las conclusiones provisionales, trasladó su residencia a Madrid como consecuencia de su nombramiento de abogado-fiscal del Tribunal Supremo.

Ángel García Canals

Angel García Canals, funcionario  de la CAT, en el servicio de comprobación de existencias de aceite, simplemente se limitaba a transcribir los datos aportados por un trabajador de REACE, recibiendo una gratificación “periódica” de 5.000 pesetas.  Al parecer en las comprobaciones pasaban el aceite de unos depósitos a otros. Fue entonces cuando, el abogado Gil Robles, decidió defender al “probo funcionario” García Canals, corriendo con todos los gastos, por lo que tuvo acceso a la documentación del procedimiento. Realizó una encendida defensa de su cliente, al que calificó de “demasiado bueno para los tiempos que corren”, cerrando su alegato con la rotunda frase de No son todos los que están, ni están todos los que son. Los defensores coincidieron en solicitar la absolución de sus patrocinados.

Rodrigo Alonso

En la sentencia judicial, Rodrigo Alonso Fariña, fundador de Reace, fue considerado el principal responsable y beneficiario del fraude, y  fue condenado a 12 años de cárcel y a pagar, por responsabilidad civil, 167 millones de pesetas. Alfredo Román Pérez, contable y secretario del Consejo de Administración, fue condenado a 4 años de cárcel y Miguel Ángel García Canals, funcionario de la Comisaría de Abastecimientos y Transportes, fue condenado a suspensión y multa.

El presidente del Tribunal don Mariano Rajoy Sobredo llevó férreamente la vista evitando que salieran a la luz los aspectos más comprometidos de este grave asunto; que había muertes de por medio y sobre todo que estaba clara la participación del hermano del generalísimo, a quien no se citó a declarar, ni en ningún momento se le mencionó, haciendo del juicio “un paripé político”. La causa quedó vista para sentencia, sin que fuese ni siquiera investigado, dónde fueron a parar las toneladas de aceite de oliva propiedad del Estado EspañolTampoco fueron investigadas la racha de muertes en cadena de personas relacionadas con el caso, porque podían ser desgracias coincidentes….Nadie sabe nada. Que a pesar de lo manifestado en medios oficiales, de que se iba a realizar una investigación exhaustiva “caiga quien caiga”, lo cierto es que a las personalidades implicadas, jamás les sucedió absolutamente nada.

Si bien el mayor problema para la investigación se planteó con la desaparición de la mayor parte de los libros de contabilidad y el maremágnum económico organizado entre las dos empresas. Sin duda, preguntas sin respuesta, y mucho más tras la posterior y misteriosa desaparición de los 5.000 folios que componían el voluminoso sumario. El Sumario estaba depositado en la Audiencia Provincial de Pontevedra, sumario «presuntamente pedido”. Las causas: es que, se hicieron obras, reformas, falta de espacio. Tema cerrado, ¡Borrón y cuenta nueva!

Como anécdota, hay que sumarle a todo esto  la extraña desaparición del actor Patrick Newell en los últimos días del rodaje de la película Redondela, donde interpretaba el personaje principal: Gil de Ramos (en el papel de Gil Robles), tal como publicó el País el Jueves, 23 de octubre de 1986:

Patrick Newell

“Nadie parece saber, cuál es el paradero del actor británico Patrick Newell, de 56 años, quien hasta el lunes por la noche rodaba en Alcalá de Henares escenas de la película Redondela. El filme se basa en el conocido caso de la volatilización de 4.000 toneladas de aceite y la extraña muerte de seis personas relacionadas con el hecho. El director de la película, Pedro Costa Musté, declaró ayer que el actor que protagoniza Redondela se ha esfumado sin dejar señas de su destino y sin comunicárselo ni a sus representantes profesionales ni a su familia”.»Llevamos cinco semanas de rodaje y sólo nos faltaban tres días para terminar con su parte”. La noche anterior, durante el rodaje en la cárcel de Alcalá de Henares, Patrick Newell se había mostrado muy contento porque le acababan de ofrecer un papel en Estados Unidos en una película producida por Spielberg. “Durante todo el rodaje habíamos mantenido una excelente relación y no hubo ni discusiones ni roce alguno», afirma Pedro Costa.

En la mañana del martes, a las 9.15, el coche de producción se acercó a los apartamentos Villanueva, en Madrid, para recoger a Patrick NeweIl y llevarle al lugar del rodaje. Los empleados del establecimiento hotelero señalaron que Newell había salido tres cuartos de hora antes con sus dos maletas diciendo que se iba a Sevilla. Al entrar en la habitación que había dejado, hallaron solamente el traje que estaba utilizando para el rodaje. Al enterarse, el director de la película acudió a la policía y fue al aeropuerto, donde pudo comprobar que Newell no figuraba en ninguna de las listas de viajeros que habían salido del país. Tanto su representante en Londres como su representante en Madrid se mostraron desconcertados al saber la noticia de la desaparición. Su familia ignora también su paradero. La noche anterior había hablado con su hija de 14 años, que vive en Mallorca, para invitarla a Madrid durante su última semana de rodaje. «El caso Redondela causó mucho revuelo en su momento por la gente implicada y por las misteriosas muertes de los que sabían demasiado. Si Newell hubiese sido amenazado me lo habría comentado. Además, la versión que hago del caso Redondela es muy libre», afirmó Costa.

Publicado en el País el 28 de octubre del 86. Reaparece el actor: durante una semana, el actor permaneció ilocalizado, hasta ayer, que dijo estar en Francfort, aunque posteriormente afirmó estar en Múnich, según la versión facilitada por Chuck Julian, su agente. El actor se había marchado a Francfort, por ser ése el destino del primer avión que encontró en Barajas. “Patrick Newell se marchó de pronto del rodaje a causa de una fuerte presión psicológica”.

Pero, como nunca falta alguien que a todo le saque punta, hubo quien relacionó años después la benignidad del Tribunal, con la meteórica carrera de los cuatro hijos de Mariano Rajoy Sobredo, sin duda, todos ellos de excepcional valía intelectual y académica, y al parecer, superdotados para la preparación de tan difíciles caminos profesionales como los por ellos elegidos. Pero, a pesar de tan insólitas capacidades compartidas por los cuatro hermanos, ¿tendría algo que ver la obtención de aquellos importantes éxitos para ocupar plaza en dos de los más prestigiosos escalafones de la Administración del Estado, con la devolución del favor que algún representante de ésta le hizo al presidente por la indulgencia con que sentenció el caso de la desaparición del aceite de Redondela y del sumario?

En junio del 2011, con la demolición de los depósitos de aceite de Guixar desaparece lo poco que quedaba de un escándalo económico en los últimos años del franquismo, se va una parte de la historia truculenta de Vigo; supone la desaparición del último eslabón que mantenía viva en la memoria local, el llamado caso Redondela.